Día de cirugía


Corría el año 2012. En aquel entonces no estábamos tan inmersos en la costumbre de la selfie ni de retratar la dificultad.

De hecho no me gusta quitarme fotos y menos de una situación vulnerable como una post-cirugía, que la mayoría evitaría mostrar.

Sin embargo, me recuerdo que pensé aquel día:

En esto también consiste la vida.

Quería registrar ese instante en el que me sentía adolorida, con la intravenosa, demacrada, con la rodilla recién operada y con el ánimo imposible de levantar. “El dolor me nubla la vista”, dice un Salmo. Y si persistimos en creer lo que el dolor nos dice en nuestra mente -especialmente en la habitación de un hospital- nuestra recuperación tardará más.

Las cirugías, los accidentes, los diagnósticos adversos… todo eso puede pasar (sólo que preferimos no incluirlo en nuestro álbum familiar).

Algunos de nosotros ya no volvemos a ser igual. Hay pérdidas por el camino. Algunas secuelas son permanentes, pero aquí va mi mensaje central:

Toda herida bien tratada volverá a sanar, dejando atrás cicatrices y a un ser humano resiliente y capaz.

Sí, porque en esto también consiste la vida: en días de cirugía, en un sueño hecho trizas, en dejar ir, y en re-crear tu realidad.