Son días de altos contrastes. Mientras en ciertos lugares se celebra una recuperación, en otros se llora una muerte. Vemos héroes y también traidores. Hay donaciones y hay robos. Están las manos que ayudan en casa y están los puños que golpean. Es un tiempo de obediencia y desacato.
Abunda el desempleo y también la sobrecarga de trabajo. Algunos tenemos hambre y otros sobrepeso. Triunfa el amor o se apodera el odio. Hay rapidez y una desesperante lentitud. Algunos estamos en compañía y otros en soledad. Se revela la sabiduría y también la estupidez humana.
En 1859 Charles Dickens en su novela Historia de dos ciudades, escribió una de las introducciones más famosas de la literatura, que bien podría retratar nuestra situación actual:
“Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, era el siglo de la locura, era el siglo de la razón, era la edad de la fe, era la edad de la incredulidad, era la época de la luz, era la época de las tinieblas, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación, lo teníamos todo, no teníamos nada…”.
¿No abrís los ojos algunas mañanas profundamente agradecido, y otros con angustia? ¿No sentís abundancia y pérdida en la misma jornada? Somos un vaivén de emociones. Algunos de nuestros días transcurren con una calma similar a la de una piedra que reposa en el fondo de un arroyo; otros se sienten como una catarata de preocupación. Un tweet nos da tranquilidad y al día siguiente otro nos provoca insomnio.
La crisis sólo hace que la brecha sea aún más grande. ¿Cómo navegamos en medio de ello? Tendremos que aprender a convivir con estos contrastes. Nos abrirán los ojos como nunca antes. En diseño gráfico el contraste es muy importante, y se produce cuando juntamos dos elementos bien diferentes. Mientras mayor sea esa diferencia mayor será el contraste. ¿Para qué sirve esto? Para dar claridad a nuestro diseño y orientar hacia el foco de la composición, que es donde se supone que debemos mirar.
El contraste nos dará claridad para saber dónde poner nuestro enfoque. Experimentaremos dolor y será tan agudo pero hará que la alegría sea aún más anhelada. Aprenderemos lo que es ser obedientes cuando la tentación por incumplir sea enorme. Forjaremos valentía cuando todo nuestro ser quiera salir corriendo. Conoceremos lo fuertes que somos al soportar cargas que preferiríamos nunca llevar. Respiraremos profundo cuando seamos conscientes de que el oxígeno nos puede faltar. Valoraremos la familia cuando no haya nadie que nos pueda cuidar. En la quiebra sabremos que el emprender se trata de perseverar, no de empezar.
“Teníamos todo. Hoy no tenemos nada”. ¿Qué se puede gestar entre medio de la luz y la oscuridad? ¿Entre la fe y la incredulidad? ¿Qué vamos a mirar, Paraguay? ¿Dónde nos vamos a enfocar? La pregunta que quiero dejarte retumbando es: en días de altos contrastes, ¿qué elemento va a dominar?