Nuestro hogar es más que paredes y muebles; es un reflejo de quiénes somos. Cada rincón, desde la iluminación hasta los detalles decorativos, está impregnado con nuestras decisiones, dando pistas silenciosas sobre nuestra personalidad.
Ahora parece otra vida, pero recuerdo que cuando me mudé de país, y a mi apartamento sola, tardé un buen tiempo en equiparlo. Todo lo que tenía era usado o regalado: mi cama, un mueble de ropa, un escritorio chico (con una silla incómoda) y unos elementos de cocina básicos.
¿Qué sentís al llegar a casa luego de un largo día? En aquel entonces yo abría la puerta y no me invadía la sensación de relajo ni de renovación. El espacio no se sentía mío. Al contrario, ver todo semi vacío me generaba frustración. Lo llamativo es que no era un problema de recursos, sino de ideas. Me faltaba una visión y eso me paralizaba para tomar decisiones. Así viví 3 meses hasta que armé el «Proyecto Elrond» en una tarde de domingo y el cambio fue drástico.
Una casa empieza por una visión
En «El Hobbit» de J.R.R. Tolkien se describe la casa del elfo Elrond de la siguiente manera cuando recibe a Bilbo, Gandalf y los enanos:
La casa era perfecta tanto para comer o dormir como para trabajar, o contar historias, o cantar, o simplemente sentarse y pensar mejor, o una agradable mezcla de todo esto. La perversidad no tenía cabida en aquel valle. Todos los viajeros se sintieron refrescados y fortalecidos luego de pasar allí unos pocos días. Les compusieron los vestidos, tanto como las magulladuras, el humor y las esperanzas.
[Pausa comercial] No olvidemos que la casa de Elrond fue un refugio para este grupo de viajeros después de kilómetros de caminata, ampollas y enfrentar peligros.
Sigamos el relato de lo que aconteció en esa casa:
Les llenaron de alforjas con comida y provisiones de poco peso, pero fortificantes, buenas para cruzar los desfiladeros. Les aconsejaron bien y corrigieron los planes de expedición. Así llegó el solsticio de verano y se dispusieron a partir otra vez con los primeros rayos del sol estival.
Me enamoré de esa descripción desde el primer momento que la leí. Despertó en mí el deseo de que si alguna vez tenía un espacio propio buscaría acercarme a la influencia de la casa de Elrond. Soy consciente que se trata de una historia de fantasía, pero ¿sería muy loco pensar en que así como se escribe la visión de una organización o una empresa, también es posible trazar la visión para nuestros hogares?
Así se incubó en mí la idea de crear un espacio que RESTAURE fuerzas y esperanzas en medio de conversaciones y comida, en el que mis visitantes y yo seamos llenos de paz.
¿Qué ocurrió?
De la mente al papel
Una visión se escribe (o se dibuja)
Abrí mi computadora y empecé a teclear sin parar, a definir paleta de colores, a seleccionar fotografías de referencia, a investigar, a preparar un presupuesto y a definir fases de implementación.
Poner por escrito mi visión liberó una fuerza en cascada. Al partirla en niveles todo se sentió más realizable.
Imaginé el tipo de ambiente en el que mi cuerpo, mi mente y mi espíritu se regocijarían y se relajarían. Buscaba bajar los estímulos, no subirlos. Y eso implicaba pensar en la iluminación, en el sonido (o el silencio), en olores, en distribución de los elementos, en los colores, en la temperatura, en la decoración, en las plantas…
Así acontecieron las semanas y el «Proyecto Elrond» cobró vida. Toda mi energía en el tiempo libre la volqué en armar mis muebles, en comprar lo que me faltaba y en mejorar este espacio. Nunca fui TAN consciente de la influencia de un hogar sobre las emociones y el bienestar. Sentí cómo mi actitud cambió. Quería regresar a casa. Me gustaba la sensación de abrir la puerta al entrar. Se convirtió en mi lugar favorito.
Si tenés la libertad y posibilidad de decidir, ¿qué revela tu casa de tu personalidad? ¿Qué emoción genera esa foto que exhibís? ¿Cuál es la historia detrás de ese juguete, o ese imán en la heladera? ¿A qué huele tu hogar, a café recién hecho? ¿Qué se escucha? ¿Qué se mira? ¿Hay orden, desorden? ¿Nos quitamos los zapatos al entrar o no hay reglas? ¿Encontraremos instrumentos musicales, pelotas, dibujos, cuadros? ¿Qué comemos? ¿Cómo son tus tazas? ¿Cuánta luz natural entra? ¿Qué dice tu elección de libros de la curiosidad de tu mente? ¿Tenemos un espacio para sentarnos a conversar?
Nada grande se logra solo/a
Y donde hay visión, hay alianzas
La ventaja de tener una visión clara para tu hogar es que permite a aquellos que la conocen agregar sus propias ideas y contribuciones, porque saben de tus valores. Esta colaboración puede enriquecer significativamente el proceso de diseño, quitarte de la parálisis del análisis y apoyarte en la implementación de cambios.
Fue así que tuve ayuda durante todo el proyecto por parte de mis amigos (hasta ahora). Desde sencillos detalles, hasta grandes muestras de apoyo. Siento que son mis aliados. Al igual que Elrond, ellos también me refugiaron a mí en momentos difíciles donde me encontraba de expedición rumbo a la Montaña Solitaria, con pocas fuerzas y desorientada. Me «compusieron los vestidos, tanto como las magulladuras, el humor y las esperanzas».
Reflexionando sobre nuestro microclima personal
Recientemente incursioné en la práctica de colorear páginas (estilo mandalas), sin ninguna instrucción sobre la paleta de colores a utilizar. Es pura elección mía. Eso me hizo pensar que nuestro hogar es como un lienzo en blanco que llenamos con los colores de nuestra personalidad.
Al ser diseñadores de ambientes, tenemos el poder de generar un microclima que influye en nuestro estado de ánimo y el de quienes nos rodean. Aunque afuera tengamos que aguantarnos, en casa podemos llorar. Aunque afuera se espera que no paremos, en casa está bien reposar. Aunque vivamos solos o en compañía de alguien, nuestra casa es testigo de nuestra vida y de nuestra vulnerabilidad. Es donde nuestras ideas pueden volar. Es donde nuestros huesos y almas vuelven a sanar.
Entonces, ¿qué tipo de ambiente estás generando en tu hogar? ¿Cómo impacta en tu día a día y en los demás? Hagamos de nuestro hogar un testimonio de nuestra esencia y personalidad. Seamos diseñadores de entornos que inspiren, nutran y equipen para «partir otra vez con los primeros rayos del sol estival».