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Perder el afecto


¿Acaso puede un secreto revelado hacer perder el afecto hacia una persona? Lo que para algunos es sólo un dato, para otros es la razón que puede determinar el fin de una amistad o de una relación. Es que tanto la duda y el dolor crean situaciones tensas y de rechazos.

Si alguna vez te llegó información [de primera fuente] de algo que arruinó tu concepto de alguien, si te diste cuenta de que no era quien pensabas, si descubriste su duplicidad, si se te cayó la venda de los ojos, si te llevaste la sorpresa de su verdadero comportamiento, si te des-ilusionaste… este post te viene al dedillo.

¿Es posible querer mucho-mucho a alguien, enterarte de algo y ya no poder verlo ni en figurita? Increíble la dualidad humana, ¿no? Ya en 1886 Robert Louis Stevenson retrataba este fenómeno en su libro «The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde».

El autor habla sobre ese desdoblamiento de personalidad entre el bien y el mal, esa lucha interna y constante. Conectándolo al tema de hoy, sería esa encrucijada entre: ¿Le hablo, no le hablo? ¿Le perdono, le guardo rencor? ¿Le deseo lo mejor, le deseo lo peor? ¿Le saludo, le evito?

Sobre el último punto, frente a la post-desilusión, tendemos a evitar a la persona. Si la ves en gradería sur, te vas a norte; si la ves en el pasillo, te das la vuelta rápido; si cruzan por accidente la mirada «justo» te llamó la atención algo que viste en el suelo [o en el techo]. En fin, tendés a la evasión.

Vayamos a los síntomas normales: duele cuando alguien te falla, no se puede autorregular la decepción ni con toda la racionalidad del mundo. Sos de carne y hueso, tenés sentimientos y no da gusto que la valiosa confianza que das te la rompan en mil pedacitos.

Pero aquí va mi opinión, y me valgo del título del libro que les recomendé este mes «Todos somos normales hasta que nos conocen»: con el ser humano te vas a decepcionar… siempre. Entre más cerca estamos unos de otros más evidentes se hacen nuestra rareza, nuestros pecados y asperezas.

Echo abajo el mito de la normalidad. Desde Adán, todos somos ligeramente extraños: guardamos defectos y fallas de carácter, no visibles quizá a primera vista. Pero dale tiempo nomás, está ahí. Es que la gente puede aparentar normal, pero esperá conocerlos -y que ellos te conozcan a profundidad-.

Como John Ortberg lo describe magistralmente en su libro en mención, hay ocasiones en las que somos como puercoespines, poco «abrazables» e hirientes con nuestras púas.

La verdad es que si no es ahora, en algún momento de la vida caeremos en la cuenta de que la gente es imperfecta, y uno mismo también. Bastante. Pero nos necesitamos mutuamente. Dios nos hizo sociales, depositó en nuestro ser la necesidad de la comunidad, del compartir. Nuestra felicidad, salud y crecimiento están sujetos a nuestro relacionamiento con los demás.

¿Quién no quiere ser amado y tener amigos que perduren en el tiempo con la gran cualidad de que te acepten con tus defectos de fábrica? Es reconfortante. La clave para que justamente no andemos clavándonos púas y evitándonos en los pasillos radica en los siguientes aspectos: la autenticidad, la empatía, el perdón, la confrontación, la inclusión y la gratitud.

La película «Into the Wild» está basada en la vida real de un brillante muchacho que se harta del dolor de la sociedad y se fuga de mochilero a la solitaria y fría Alaska. La historia culmina prácticamente cuando Alex está por morir de enanición [solo en medio de la nada] y escribe  temblorosamente con lo que le queda de lápiz lo que sería el mayor aprendizaje de su vida:

Happiness is only real when shared.

La felicidad sólo es real cuando es compartida.

Wow. Pese a todo lo que nos pudieron haber lastimado, no abandonemos el ring. Luchemos contra ese otro yo [Dr. Jekyll and Mr. Hyde], y guardemos las púas. Puede que perdamos el afecto por alguien, pero nunca lo hagamos por la comunidad y por el compartir.

Admitamos: TODOS SOMOS NORMALES HASTA QUE NOS CONOCEN.

17 comentarios sobre “Perder el afecto

  1. Naruu que buen tema!.. es algo a lo que estamos expuestos siempre.. es dificil cuando te toca vivir esa situación y uno no sabe como manejar, es como decis, tratamos de evitar estar en el mismo lugar o cualquier actividad!.. pero como hacemos? es cierto que tenemos que perdonar y amar a aquellos que nos lastimaron u ofendieron, porq eso es amar realmente, pero como luchas con el sentimiento o como bloqueas de la mente que te fallaron una y otra vez… sin importar las charlas que pudieron haber de por medio.. es algo que en particular me tocó y en parte me sigue tocando y cuesta.. todos fallamos, es cierto, pero si siempre estamos en lo mismo, y solo te pide comprensión, nadie merece..
    O me estoy desviando de tu tema?.. jajaja..
    En fin, me enctó el tema.. siempre con temas que llegan y te hacen pensar..

    1. Vero, gracias por el comentario. Es un muy buen punto: ¿qué pasa si reiteradamente la persona falla, o lo que es peor, te lastima y no se arrepiente [o lo dice pero no se nota]? Pese a todo, nunca debemos perder la paz. El rencor envenena y hace que pienses en eso TODO el tiempo [irónico es, porque supuestamente ya no querés saber nada de esa persona]. Por eso es importante el perdón, aunque parezca ingenuo para los demás, aunque cueste… let it go. Perdoná a diario. Renunciá en tu mente a todo tipo de venganzas, jajaja. Por otra parte, si te hace mal estar alrededor de esa persona, justamente por el daño constante, sos libre de elegir tus amistades. Nadie te puede forzar a confiar en alguien, y ojo que eso no significa que no la perdones. A veces funciona «ojo que no ve, corazón que no siente», entonces te alejás para recuperarte y quizá luego de varios días, semanas o meses, podés hablar nuevamente con esa persona y ver que realmente el tiempo prudencial que te tomaste tuvo un efecto de bálsamo para tu herida.

  2. increible naru! es tan cierto lo que escribis… y si bien uno luego de todo puede compartir con la comunidad a pesar de las decepciones, resulta un tanto dificil hacerlo con aquella persona a quien diste todo te traiciona, te apuña o simplemente te das cuenta que nunca fue lo que demostró… uno perdona pero no olvida…

    sin embargo, tus palabras hacen pensar…. y hacen querer ir a otro level!

    grax! ah! leeré el libro recomendado 🙂

    1. ¡Gracias Rochi! Difícil olvidar, es cierto. Por eso mencionaba lo de las púas, la experiencia dolorosa nos endurece, pero es posible ablandarnos nuevamente y volver a creer en la comunidad. Alguna vez la clavamos la púa a alguien también, ¿cierto? Jajajaja. Subamos a ese otro level!

  3. aunque aveces pega ser como un puercoespin.. nadie te toca, nadie te hiere y no heris a nadie!.. pero bue! es cierto lo que decis! hay que bajar la guardia aveces!
    estas publicaciones me hacen reflexionar y me dan dolor de cabeza!!! jajajajajja

    Gracias naru!:) otravez te pasaste! excelente!

  4. Rebe, buenísima esa ilustración del puercoespín. Nadie te hiere, pero nadie se acerca tampoco, por ende nunca experimentás verdadera conexión con la gente. ¿Y a quién le gusta bajar la guardia, verdad? Pero aquí va un dato muy interesante que no mencioné: los puercoespines, cuando no tienen las púas levantadas y se llevan bien, tienen una danza hermosa [verídico, youtubealo! jaja]. La comunidad tiene su lado positivo y aliciente.

    PD: perdón por los dolores de cabeza 😦

  5. Naru buenísimo el tema.. Y la verdad que aveces es muy difícil cuando te toca vivir eso. Porque muchas veces esa persona por mas que vos le perdonaste y demostraste y trataste de todo.. esa persona no ayuda a que las cosas mejoren, o simplemente no perdona.. y da rabia porque son esas personas las que mas hablan del perdón y son las que menos lo practican ( ahí vemos que nadie es perfecto) jajajajaja y eso hace que nos cerremos del todo o que nos apartemos del circulo.. a mi en especial me toco vivir algo parecido y no dio gusto jaaja.. pero bueno el mundo no paraaa.. hay que seguir.. y ADMITO: TODOS SOMOS NORMALES HASTA QUE NOS CONOCEN..

    1. ¡¡Hola Pame!! Bienvenida al debate. Difícil es, totalmente de acuerdo, más todavía cuando el otro sigue con sus púas bien afiladas y ponzoñosas, jajaja. En cuanto a la gente lata pararâ hay nomás luego. Siempre digo: fácil hablar desde la gradería, pero bajate un poco a la arena, a la cancha, a ver de qué estás hecho/a. De tu parte, despojate nomás de toda densidad, jajaja, recuperate bien si te lastimaron e invertí tu tiempo en la gente que vale la pena. Además, Dios y vos saben la verdad. Ya hiciste tu parte en perdonar y seguir adelante. El tiempo dirá el resto. Mientras tanto, ¡viva la comunidad! 🙂 Un abrazo

      1. Naru: la gente «cree» siempre en alguna/s personas; tiene «FE» en ese alguien. Pero vos y yo … y todos, sabemos que somos «creados a imagen … » . Por lo tanto seguiremos recibiendo punzadas y golpes bajos que nos echan por el suelo. Lo lindo es «RECUPERARSE» y mirar al otro nuevamente aceptandole. Así, me acepto yo también.
        LINDO ARTICULO!

  6. Narucilla, parecía que te escuchaba mientras leía este tema!..
    Es un tema que juntas llegamos a debatir en algunas de nuestras conversaciones y es cierto, uno de los primeros sintomas cuando alguien te falla es evitarle y eso hasta te puede hacer perder la paz, pero creo que tambien Dios prueba nuestra reacción ante eso. Como dijiste, aunque cueste «we have to let it go», y no solo eso, perdonarle y aunque cueste AMARLE 🙂

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