Tuve el privilegio de escuchar a Javier Darío Restrepo, un tro-esma total. Es periodista colombiano, experto en ética, catedrático y conferencista. Fue en el marco de la muestra «La ciudad que cuidamos», donde 60 iniciativas de la sociedad civil y del empresariado demostraron que la sociedad paraguaya tiene en sí misma la capacidad de responder a los desafíos que enfrenta.
La idea era mostrar una Ciudad «saludable, segura, educada, próspera, eficiente, inclusiva, gobernable y sostenible, con una ciudadanía co-responsable». Uy, parece utopía, ¿cierto?
Ahí entramos en el tema. Muy linda la idea, pero aparentemente inalcanzable. ¿Será que lo es? ¿Y por qué soñamos entonces con un futuro mejor? Aquí van mis apuntes de aprendiz:
UTOPÍA. Del griego οὐ, no, y τόπος, lugar: «lugar que no existe». Es la invitación a crear lo que no es. Es la fuerza que convoca al hombre al máximo de sus posibilidades, lo que le lleva a la excelencia. Es la vocación ética que anida en todo ser humano. Debemos estar conscientes de que el ser humano es un híbrido entre lo posible y lo imposible, lo que es y lo que puede ser. Hay una tensión entre lo actual y lo potencial. Nuestro sueño siempre es «hacer real lo posible». Eso que tanto la gente llama irrealizable, a eso aspiramos. Y esa es la actitud que cambia la historia.
Los seres humanos nunca podemos darnos por terminados. Siempre tendremos realidades por concretar. Somos un motor en continuo funcionamiento.
Nacemos desnudos e incompletos y así morimos: desnudos e incompletos.
Esta frase aparentemente es pesimista, pero si nos ponemos a pensar profundamente en ella es cierta: no nos llevamos nada y vivimos hasta el último día procurando sueños, cambiando defectos de carácter, tratando de ser mejores, de dejar una huella en el mundo. Todo ser humano es una obra en construcción que no termina.
INSATISFECHOS Y REBELDES. Se viene mi parte preferida. Todo proyecto o aspiración es una crítica de lo existente y se declara en rebelión del ahora. ¿Qué significa rebelarse? Es poner resistencia, es mostrar indignación, y promover un sentimiento de protesta.
Verán, detrás de cada iniciativa de cambio hay una insatisfacción de lo actual. ¡Y eso es bueno! Decir que queremos una ciudad «saludable, segura, educada, próspera, eficiente, inclusiva, gobernable y sostenible, con una ciudadanía co-responsable», surge de la cruda realidad de que en parte nuestra ciudad está con enfermedades, es insegura, la educación es deficiente, hay inequidad, la inclusión es una ausente, falta gobernabilidad, la mirada es cortoplacista y la ciudadanía no asume su rol de responsabilidad.
Por eso nos rebelamos. Por eso preparamos proyectos. Por eso soñamos. Estamos insatisfechos. Esta fotografía de la realidad no nos gusta y debe ser cambiada. Piénsenlo un segundo: los llamados «realistas» nunca cambian nada, sólo los soñadores, los insafisfechos, los utópicos, los creadores de futuro. Es que siempre estamos programando el futuro, estamos centrados en «la agenda del mañana».
Escuché esta frase durante la charla de Restrepo: «LOS ÚNICOS QUE QUIEREN CAMBIAR LAS COSAS SON LOS POBRES Y LOS JÓVENES, PORQUE VIVEN INSATISFECHOS». Los satisfechos no quieren cambiar nada. Fuertísimo, ¿verdad?
Todos tenemos proyectos, esos ejercicios intelectuales plasmados en papel, que cuando se concretan cambian la historia y corrigen el presente. En cada idea que tengamos, está el poder de crear algo nuevo, de acercarnos a lo «irrealizable».
Si ser rebelde -en este contexto- es protestar contra la injusticia, contra el deplorable estado de las cosas, contra los antivalores, entonces quiero ser REBELDE.
Si estar insatisfecha -en este contexto- es vivir buscando lo mejor, seguir poniendo ladrillos a la construcción, no conformarme jamás con la triste realidad, entonces quiero estar INSATISFECHA.
Si ser utópica -en este contexto- es vivir tras la perfección y la excelencia, tras los valores absolutos, desgastarme por los sueños nobles por una mejor ciudad|país|mundo, entonces quiero ser UTÓPICA.
«¡Dejá de soñar! Las cosas siempre se hicieron así, desde antaño. Esta es la realidad a la que tenemos que acostumbrarnos», dirían algunos. Pero es tiempo de que las nuevas generaciones -como a lo largo de la historia- se levanten y digan:
NO. NO TIENE POR QUÉ SER IGUAL QUE CON LOS TATARABUELOS, BISABUELOS Y LOS ABUELOS. NO ME QUIERO ACOSTUMBRAR A ESTA REALIDAD, YO QUIERO CAMBIARLA.
Naruuuu, como siempre, estoy ansiosa esperando que es lo nuevo que vas a escribir jeje.
El otro día me dijeron que soy ilusa y soñadora y me molestó un poco, gracias por mostrarme que no es una mala palabra, gracias por clarificarme que estar insatisfecha por cómo suceden las cosas en este mundo no está mal sino que que es el motor del cambio que puede producirse. Lo sabía, pero está bueno que te lo recuerden. Saludos…
mi querida amiga.. como siempre EXCELENTE!
«Todo ser humano es una obra en construcción que no termina» – tan cierto lo que decis… no existe una persona perfecta, una ciudad perfecta, un pais perfecto y mucho menos un mundo perfecto, pero si existimos los -insatisfechos- los que no nos conformamos con ver todo igual y seguir de la misma manera.. los que preferimos ir contra la corriente aunque nos equivoquemos en el camino, porque tenemos una esperanza! y eso nadie nos puede sacar..
«5 Vivi`s» (como lo calificarias vos) porque estoy en total acuerdo con Restrepo y tu manera de pensar! =) Gracias por dedicarnos este espacio!!!