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El celular al agua


Accedí al guión de «The Devil Wears Prada» [El diablo viste a la moda], una de las películas más taquilleras del 2006 y que le valió la nominación al Oscar™ a la genia de Meryl Streep. Sin ánimos de hacer un resumen largo, sólo diré que trata de la historia de Andy, una aspirante a periodista que termina como asistente de la fría y exigente Miranda Priestly, editora de la revista de moda Runway.

Andy está en el puesto «por el cual un millón de chicas matarían». Pero más tarde, al entrar en el frenesí laboral, se da cuenta de que va perdiendo poco a poco todo lo que más vale en la vida. Y quiero transcribir aquí un intercambio de opiniones que tienen Andy y Miranda en una limosina mientras están en la semana de la moda en París.

Miranda: «Mientras más poderosa te conviertas, mayor será el juicio y el escrutinio hacia tu persona. Te perderás de cosas como vacaciones, atardeceres y momentos con tu familia. Algunas personas en tu vida nunca aceptarán tus prioridades. No todos pueden entender esa presión, Andy. Pero ahora sabes que puedes».

Andy le mira a su jefa atónita por lo que está escuchando.

Miranda contnúa: «Entonces ahora tú sabes que puedes tener mi vida. Puedes hacer lo que hago. Porque puedes sacrificar las cosas que necesitan ser sacrificadas».

Andy: «Pero ¿qué pasa si no puedo hacerlo? Es decir, ¿qué pasa si eso no es lo que quiero?

Miranda le sonríe y responde: «No seas tonta, Andy. Por supuesto que eso es lo que quieres. Todos quieren ser como yo».

Allí se interrumpe el diálogo y Miranda baja de la limosina -esperando que Andy también descienda- para enfrentar a un montón de paparazzis afuera. Pero aquí la historia da un giro interesante. Miranda pisa la alfombra roja, los flashes no cesan, y en eso se percata de que Andy ya no está detrás de ella. La cámara enfoca a la aprendiz alejándose del gentío y dirigiéndose hacia una fuente de agua. En eso suena su celular. El nombre MIRANDA aparece en la pantalla. Entonces Andy toma una decisión drástica: tira su celular a la fuente de agua y se va.

Hasta ahí quisiera llegar con la descripción. Qué aprendizaje profundo el del diálogo en la limosina. Por un lado vemos a una ejecutiva exitosa y admirada en el mundo de la moda, cuya vida personal como esposa y madre se cae a pedazos. Por el otro lado, vemos a la aprendiz que casi imita la vida de su jefa, que atiende su celular las 24 horas para temas laborales, que interrumpe una cena familiar para ocuparse de reclamos de su jefa, que pierde a su novio y se aleja de sus amigos, que ya es casi inaccesible, que empieza a destacarse en lo laboral a costas de sus relaciones interpersonales más importantes.

Realmente no hay mucho por analizar, esos diálogos son bastante elocuentes por sí mismos. Sólo me gustaría agregar que esto no significa que renunciemos a nuestras responsabilidades, sólo que tomemos decisiones simbólicas como las de Andy y «tirar el celular al agua». Aunque suene paradójico, tenemos que desconectarnos para conectarnos.

9 comentarios sobre “El celular al agua

  1. La verdad q es dificil Naru, más aun en mi caso, a la hora q sea debo estar a orillas del río esperando q uno de nuestros numerosos remolcadores llegue.. dejo la cena, dejo a mis niños durmiendo, dejo un almuerzo, dejo por trabajar.. y la verdad cuesta desprendernos de ciertas cosas para dar lugar a lo realmente valioso. Pero hay veces q hago eso, me desprendo, delego y m kedo en casa.. Se puede! Buena lectura Naru.. me encanto!!

  2. Gracias Julie por compartir tu historia. Como diría la publicidad de TNT: «Pasa en la vida, pasa en TNT», jaja. Creo que a todos nos ocurre que postergamos momentos valiosos con la gente que queremos por estar muy atareados. Y esos momentos ya no vuelven más. Pero es cuestión de, como decís, delegar y saber cuál es el límite. «Hay que trabajar para vivir, pero no vivir para trabajar», dice una frase famosa. Todos estamos en ese camino de aprendizaje. Un abrazo Julie.

  3. Que interesante reflexión Naru, y realmente es tan necesario llegar a los puntos de «pare y piense» o mas futboleramente hablando «parar la pelota y ver al mejor ubicado o decidir rematar al arco desde 40 mts y marcar el gol de la vida o ser abucheado» pero principalmete, pensar y actuar bajo nuestras necesidades y espectativas, aunque muchas veces por no decir la mayoría tengamos tropezones y golpes, creo que los grandes logros estan marcados por jugarse a lo que uno siente, disfruta, sin negar que requiere el doble de trabajo y 99% de transpiración y 1 % de inspiración…

    1. ¡Gran aporte, Diego! Sobre todo la metáfora futbolera, muy atinada. Siempre digo que a veces vamos 1000km/h y estamos al borde de romper la caja de cambio, y esos momentos de «pare y piense» nos ayudan a volver al equilibrio. Es eso, equilibrar entre el trabajo duro para conseguir lo que anhelamos, sin perder en el trayecto lo valioso de la vida.

  4. me encanto esa pelicula!! el tema tb es q ella nii queria ese puesto, osea parece mas «fácil» el que haya podido darle la espalda.. pero q pasa si es el puesto de tu vida, tu sueño era hacer lo q estabas haciendo, y ahii te das cuenta que tenes que dejar lo que queres por lo que amas.. cuando las 2 cosas parecen buenas encima.. si por ejemplo estas abarcando muchas cosas y ya no tenes tiempo (o pila) para tus amigos, apenitas para tu familia..algunos te entienden otros no.. dificil la situacion che.. jaja me encanta cuando escribis sobre peliculas, y mas si yo vii!! jaja

    1. muy buen aporte, Majo. Es cierto lo que decís que ella no quería ese mundo, pero de a poco le fue tomando el gusto. Por suerte abrió los ojos a tiempo. Ahora, ¿qué pasaría si se trata de tu trabajo soñado? Bueno, no siempre la vida se trata de escoger entre lo uno y lo otro, sino de saber equilibrar, de conocer los límites. Habrá tiempos donde los amigos y la familia deberán entender tu ausencia, así como en el trabajo deberán respetar tu vida familiar y personal. No son ámbitos enemigos, pero si no somos sabios en las decisiones, podríamos terminar sacrificando demasiado. Escribiré más a menudo sobre películas 😉

  5. Me quede pensando, y hoy encontré una respuesta. No sé si es mucho divague, jajaja, pero la planteo. ¿Qué pasaría si en el mundo no existen personas como Miranda Priestly? ¿Quién haría ese trabajo? A la mañana leí un mail que respondió mis preguntas. Una persona le decía a otra que «renunciaba» a tener una familia, porque no era «egoista», «prefería» seguir su «vocación», sus «intereses», ser «valiente» y «realista», antes que «mentirse» a sí mismo y a quienes «amaba». Él renunció a tener una familia para ayudar a «su pueblo», para servir a la gente, para ser aclamado por miles y no por unos pocos. Eligió su «sueño», su «destino», esa es su realidad, su fin. No una familia. Pero al menos él es valiente, no como Miranda que arrastra a su familia con su «sueño» o con su «realidad». Entonces, ¿qué elegimos? ¿ser Andy o ser Miranda? ¿Qué precio tiene seguir un sueño? o mejor dicho ¿Cuánto estamos dispuestos a pagar para alcanzar un sueño? Será que tenemos el valor para, simplemente, ¿tirar el celular al agua? ¿Cuántos están dispuestos a hacerlo? 🙂

    1. Woooow. Esta respuesta me dejó pensando mucho a mí, jaja. Me encanta el punto de vista que aportás. Por un lado, la renuncia personal que uno hace por perseguir un sueño o un fin en beneficio de muchos [a costa de pocos]. ¿Ser Andy o Miranda?

      Obviamente mi planteamiento iba más bien por el equilibrio, por trabajar en lo que nos gusta pero sin sacrificar demasiado por el camino. Y cuando se vuelve «too much», ¿tiraríamos el celular al agua? Para mí el éxito público a expensas del fracaso personal me aterroriza. Por supuesto que no todos comparten esto conmigo. Pero esa pregunta que dejás picando para la reflexión «¿cuánto estamos dispuestos a pagar para alcanzar un sueño?» me parece que es la que todos deberíamos plantearnos. Jesi, sos una genia. Gracias por el comentario.

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