Publicado en Apuntes de aprendiz

Entrecasa


Bajamos la guardia ni bien atravesamos la puerta de nuestras casas. Siendo casi el final de la jornada arrastramos los pies, abrimos la heladera y después nos derrumbamos en la cama o el sofá.  Para esa hora la lengua ya está cansada de hablar y los oídos de escuchar. Si es que tuvimos un mal día, lo sobrellevamos con estoicismo frente a todos, pero ni bien llegamos a casa nos soltamos y permitimos la vulnerabilidad.

Uy, si la familia pudiese escribir una biografía sobre nosotros.

Al fin y al cabo, esos somos. El auténtico «yo» reside en casa. Con el resto de nuestros círculos sociales no es que fingimos, pero definitivamente nos cuidamos más. Creo que para conocer realmente a una persona hay que preguntarle a su papá, a su mamá, a sus hermanos, a sus cónyuges. Ese puñado de gente fue y es testigo desde siempre. Conocen nuestra personalidad en pijamas, conocen la verdadera reacción, cuánto nos lastiman o nos alegran las situaciones. Conocen el esfuerzo diario. Por eso, los primeros en llorar con los grandes logros o las grandes decepciones son ellos. Por eso, los que encabezan la lista de agradecimientos y discursos, son ellos. Simplemente, SABEN MUCHO.

Apunte de aprendiz: cualquier cambio que procuremos para este 2012 a nivel personal, primero pensemos en «¿Y por casa cómo andamos?». Algo me dice que toda transformación sostenible en el tiempo tiene su principal examen «entrecasa».

Uy, si la familia pudiese escribir una biografía sobre nosotros.

4 comentarios sobre “Entrecasa

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