Sí, ideas barnizadas. Cuando pensamos que ya lo sabemos todo y no dejamos que una nueva idea nos traspase [somos resistentes a ella]. Nos preservamos tanto de la «atmósfera» circundante, que terminamos haciendo del orgullo un barniz que, después de seco, adquiere tanta dureza que ya nada lo puede traspasar.
Recibimos consejos pero hasta que no nos tropezamos múltiples veces con la misma piedra, parece que no aprendemos. Nos señalan un error, pero insistimos en nuestra conducta. «¿Ceder? No, gracias», decimos. Nos autoconvencemos de que todos están equivocados o exagerando. Aunque nos tiren un balde de agua fría para que nos despertemos, estamos barnizados. Nada traspasa.
Comparto con ustedes un principio revelador que vi en la película «Soul Surfer», historia verídica sobre la vida de Bethany Hamilton [surfista talentosa que perdió un brazo por el ataque de un tiburón], y es que:
Cuando atravesamos un conflicto a veces estamos «demasiado cerca» y con un zoom que no nos permite ver el cuadro en general.
Sin embargo, otros sí poseen esa perspectiva. Es allí cuando conviene escucharles y dejar de lado la brocha con barniz.
Hay que aprender a diferenciar cuándo ser pertinaces, intransigentes e irreducibles en nuestras posturas, y cuándo no. Es gracias a las personas sabias que nos rodean que logramos ver más allá de lo microscópico. Quien realmente procura tu bien no te adula, sino te resguarda de un perjuicio. No quiere ganar un concurso de popularidad contigo, quiere protegerte.
¿Duele que te digan la verdad? DUELE MUCHO. Pero una herida no se sana sin que alguien meta agua oxigenada y te limpie primero. En ese sentido, a veces me pregunto, ¿cuál posición es la más difícil? ¿Confrontar con la verdad o escuchar que te confronten con ella? Ambas aristas tienen sus incomodidades, pero el escuchar y tomar la copa amarga es lejos lo más difícil.
«Desbarnizarnos» depende de cada uno. No vendrá por obligación o por la fuerza. Es un renunciamiento voluntario a la terquedad, un ablandamiento del corazón, un chau a las excusas y una bienvenida a esa virtud poco practicada: el admitir que otros tienen la razón.
– “Desbarnizarnos” es un renunciamiento voluntario a la terquedad – es muuuy difícil!! Es ceder un poco y dejar de lado el orgullo…
Creo que todos en algún momento hemos decido no escuchar los consejos o no practicarlos y apredimos chocando contra la pared… =/
Leer el blog, demasiado refrescante como siempre. Un placer. Muchas gracias Naru por tu dedicacion a este espacio.
¡Gracias por tu visita y por tus palabras, Ingrid! Me encanta compartir este espacio con ustedes, por eso me esfuerzo para que no se empolve 😉
La mayoría de las veces, esto sucede con los Padres, y cuanto más nos dicen las verdades de las cosas, MÁS barniz nos ponemos… Sabias palabras Naru! Gracias por ayudarnos a ver las cosas desde otra perspectiva! Saludos 🙂