Publicado en Apuntes de aprendiz

Panteones a mitad de camino


«¿Por qué te parece que a mitad de camino siempre hay panteones?», me preguntaron. «Hummm. la verdad no sé», respondí. Y allí nomás vino una frase digna de ser apuntada: «Porque a mitad de camino es cuando uno está más cansado, cuando empieza a distraerse, cuando se impacienta y tienen lugar la mayoría de los accidentes».

¿No es así también con la mayoría de nuestros emprendimientos? Se inicia con la mejor de las predisposiciones, con «tanque lleno», con suficiente provisión para el resto del camino, con la motivación suficiente como para llegar a la meta y mucho más.

Así empieza la travesía. Se recorren los kilómetros, se superan diversos obstáculos, se atraviesan las curvas complicadas, sobreviene alguna que otra tormenta, vuelve el sol, el paisaje por momentos es alentador. Y pasado un tiempo en ruta las fuerzas ya no son las mismas, el paisaje es monótono y la motivación empieza a desvanecerse.

Miramos el mapa, no porque estemos perdidos, sino porque empezamos a preguntarnos si realmente los kilómetros recorridos valieron la pena. Te refregás los ojos. Allí empieza. Estás en la mitad del camino. En esa encrucijada de continuar o paralizarte.

Los pensamientos: «Esto no termina nunca». «¿Por qué es tan difícil?». «Falta tanto para llegar». «Me cansé». «Todos ya llegaron, menos yo». «¿Y si dejo nomás?».

Es un momento sumamente vulnerable, donde la decisión que tomes lo determinará todo. Es que cualquier otro inconveniente se supera: una llanta pinchada, la falta de combustible, los recursos, etc. PERO, el síndrome de la mitad del camino es la prueba más difícil para llegar a la meta.

Requiere de una convicción personal profunda. Aquí no hay atajos. No hay pedido de pausa. No hay un parador. No se pueden cerrar los ojos. No está permitido dormirse frente al volante. Porque todo ello implicaría engrosar aún más la lista del panteón de los que abandonan a mitad de camino.

Así, encontramos estudiantes que dejan sus carreras, padres que abandonan a sus hijos, deportistas que «cuelgan los botines» debido a una lesión, matrimonios que se divorcian, líderes cuya integridad se hace trizas, empresas que cierran antes de cumplir un año en el mercado. En fin, sueños que tienen una muerte prematura.

Sin embargo, quienes se sacuden del letargo y de la impaciencia, quienes le ponen garra a las adversidades, quienes saben que lo mejor está adelante… pisan el acelerador y continúan. En Filipenses 3:13-14, Pablo escribió:

Olvidándome ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta…

Para adelante. Hay que recorrer la carrera todita entera y de paso, ¿por qué no disfrutar y registrar unos cuantos aprendizajes en postales de viajero?

«… a mitad de camino es cuando uno está más cansado, cuando empieza a distraerse, cuando se impacienta y tienen lugar la mayoría de los accidentes».

Así que… no te me duermas. No te me distraigas. No te me bajonees. No te me quedes a mitad de camino.VAS A LLEGAR.

9 comentarios sobre “Panteones a mitad de camino

  1. muy cierto Naruu……
    tenemos que intentar no quedarnos a la mitad del camino porq tal vez falta un poco más para llegar a la meta y cuando nos rendimos pensamos que nunca ivamos a llegar y miramos atras y solo faltaba 10 pasos para llegar a la meta……….
    😀

  2. Que espectacular el menaje…es muy cierto!!! Todos pasamos por esos momentos en donde estamos vulnerables y estamos a segundos de tomar una decisión de la que después podemos arrepentirnos toda la vida.

  3. Todos me dijeron que después del nacimiento de mi bebé yo dejaría la carrera… pero no! Se los debo, porque sino no hubiese sido un desafío para mi. Probablemente si nadie me decía eso yo no me hubiese propuesto tan firmemente ser una profesional. Gracias por tirarme tierra debajo de los pies… en vez de enterrarme me sacaron del hoyo! jajaja…
    Naru, te acordás de la historia del burrito que estaba muy viejo y le quisieron enterrar? por ahí va la mano…
    Buenísimo tu post como siempre.

  4. ¡Gracias por sus comentarios! @Angie! Recordame la historia del burrito, no me la sé, jaja 😦 Qué bueno que te hayas determinado a finalizar la carrera. Sos un ejemplo de las que continuaron.

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